11.- Rumbo a Canadá
Si uno repasa las expediciones al Polo Norte realizadas en los últimos dos siglos se dará cuenta del variopinto grupo de personajes que han desfilado por estos lares. Durante todo el siglo XIX y parte del XX, los 90 grados latitud norte fueron un codiciado botín para un sinfín de aventureros y soldados de fortuna en busca de un poco de gloria. Sin ser comparable en épocas, métodos y territorios, el Polo Norte desató una fiebre semejante a la que corrió en su día por toda América tras la búsqueda del preciado y siempre esquivo Dorado.
En las últimas jornadas, intentando huir del tedio que embarga a cualquier expedición que no puede hacer otra cosa que esperar a que mejore el tiempo, y después de acabar el libro del Tao -y no sacar nada en claro de él-, le he requisado a nuestra compañera María Valencia un libro excelente del británico Fergus Fleming. ‘La conquista de Polo Norte’ analiza con detenimiento y gusto por el detalle las epopeyas, heroicidades y grandes tragedias que causó la obsesión por una de las últimas fronteras del planeta.
A través de sus páginas desfilan héroes como Nansen, impostores como Cook o Peary, iluminados como Hall, o hasta los tres suecos que se les ocurrió la chifladura de intentar llegar a finales del siglo XIX en un globo de hidrógeno hasta el mismo Polo. La mayor parte de ellas ni qué decir tiene que acabaron en tragedias, muertes, hambres, congelaciones, amputaciones o en el peor de los casos de canibalismo.
Hubo decenas de motines, peleas, odios enfermizos o asesinatos, pero también gestos de una heroicidad increíble, un sentido del deber inmutable y muestras de fuerza de voluntad sin parangón ante los elementos. Con estos ingredientes y a base de dentelladas más o menos sabrosas, la humanidad siguió avanzando en su dominio del planeta y la ciencia geográfica rellenó algunos de sus agujeros en blanco que contenían hasta entonces los mapas.
Sin llegar a las manos, también en nuestra expedición han surgido divergencias y distintos pareceres en las horas tediosas. Como los perros de las aldeas groenlandesas, a veces nos hemos peleado frente a una carta náutica sólo por salir de la rutina. Son inevitables en cualquier proyecto humano y también contábamos con ello.
Al menos de momento, no hemos recurrido al canibalismo ni a la piratería; tampoco ha habido bajas ni percances médicos más allá de algunos resfriados; ni tan siquiera intentos de amotinamientos como algunos parecían esperar. Hemos hecho una especie de cónclave entre icebergs para preparar nueva ruta.
Ahora nos dirigimos a las costas canadienses. Los partes de hielo parecen abrir una posibilidad de avance por ellas durante los próximos días. Veremos. El estrecho de Smith nos lo está poniendo cada vez más difícil, pero la lucha todavía no ha terminado.

El Northabout, desde el palo mayor. Foto de Javier Zardoya
ÚLTIMAS ENTRADAS
13.- Premio de consolación
Estos días hemos estado navegando por aguas del Ártico canadiense, resguardados en un pequeño golfo de la isla de Ellesmere al abrigo de los temporales que azotan el Estrecho de Smith. No fue fácil llegar. Cruzamos las más de sesenta millas que separan Groenlandia de América del Norte con vientos de casi 50 nudos, lluvia helada y vigilando al timón en guardias corridas por un mar repleto de icebergs y témpanos de hielo.
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12.- Esperando el siguiente asalto
En la guerra de guerrillas vale casi todo. Nuestro enemigo es el hielo y sabe como usar sus armas. Nosotros también las nuestras. El problema es que estamos en sus dominios, sometidos a sus antojos. Por eso estos días hemos esperado pacientes, reconociendo el terreno donde preparar nuestras trampas y diseñar nuevas emboscadas.
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11.- Rumbo a Canadá
Si uno repasa las expediciones al Polo Norte realizadas en los últimos dos siglos se dará cuenta del variopinto grupo de personajes que han desfilado por estos lares. Durante todo el siglo XIX y parte del XX, los 90 grados latitud norte fueron un codiciado botín para un sinfín de aventureros y soldados de fortuna en busca de un poco de gloria. Sin ser comparable en épocas, métodos y territorios, el Polo Norte desató una fiebre semejante a la que corrió en su día por toda América tras la búsqueda del preciado y siempre esquivo Dorado.
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10.- Tao Te King
Sólo si se ha estado embarcado o encarcelado durante un buen tiempo se entiende la palabra rutina en todo su amplio significado. Durante las últimas horas, quizás días, hemos permanecido encerrados en los escasos metros cuadrados que ofrece de comodidades el Northabout. Ocho adultos en los poco más de 16 metros de eslora de nuestro barco ofrece una ecuación con poco margen de maniobra. Nadie dijo que fuese a ser fácil. También esto lo sabíamos cuando decidimos convertirnos en prisioneros por voluntad propia.
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9.- Moby Dick
Si estamos de acuerdo en que los más grandes novelistas de la historia fueron los españoles junto a los rusos, también podríamos afirmar que desde su fundación, los Estados Unidos de Norteamérica se subieron al podio literario por méritos propios. Herman Melville sobresale entre estos úlitimos, gracias a que entre otras joyas, parió Moby Dick, esa maravillosa metáfora de la obsesión humana contra los dioses de la naturaleza.
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8.- Primera derrota
En el juego de ajedrez contra estos reyes del hielo en el que andamos metidos, hemos sufrido nuestra primera derrota. Era de esperar; quizás nos ayude a entender mejor las reglas implacables de este tablero.
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7.- A las puerta del infierno blanco
Para los antiguos vikingos el infierno era blanco. El fuego y ‘Belcebú’ no habitaban en él; sólo existía hielo y desolación. Su entrada se encontraba en el lugar hacia donde nos dirigimos: el estrecho de Nares. Este corredor separa Groenlandia, la isla más grande del mundo, de América del Norte.
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6.- Artic delicatessen
Upernavik es un islote rocoso rodeado de fiordos que se introducen decenas de kilómetros en la costa oeste groenlandesa.
Alberga apenas a poco más de un millar de personas, pero en estas latitudes tan deshabitadas actúa como centro neurálgico para multitud de familias inuits, pescadores y empresas que trabajan en la costa.
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5.- Navegando entre icebergs
Han pasado creo que tres días desde que salimos de Upernavik. Las jornadas con sol eterno del verano ártico y el sistema de turnos que nos hemos impuesto provocan una sensación continua de bucle. Comemos cuando tenemos hambre y dormimos entre horas en una peonada que incluye camas calientes. Ahora sé lo que sienten los que viven en un piso patera. Hay tres turnos de vigilancia.
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4.- Rumbo al reino de los hielos
Ya estamos todos. A pesar de la amenazante niebla que podía haber cerrado el aeropuerto, el avión de Nikolay Litau llegó a su hora a Upernavik, donde el resto de la tripulación le esperamos desde hace unos días.
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3.-El heroico Northabout
Finalmente, tras dos retrasos más en los vuelos, conseguimos llegar hasta Upernavik, el pueblo costero donde nos esperan el capitán británico Mike Stewart y Dangerous Dave Cushing. Por la noche pudimos comprobar el porqué de los retrasos: la espesa y peligrosa niebla que siempre acecha en la pista de aterrizaje, construida sobre un islote rocoso entre fiordos.
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2.- Primeros problemas en la aventura de Javier Zardoya al Polo Norte Geomagnético
Tras abandonar el continente europeo saliendo de Copenhague, volamos hasta Groenlandia. La puerta de entrada es la localidad de Kangerlussuaq, donde tedremos que hacer noche esperando la conexión que nos lleve en distintos vuelos internos hasta Upernavik, punto de reunión de todos los expedicionarios y nuestro barco, el Northabout.
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1.- Arranca la aventura hacia el gran norte
La ruta ha comenzado. Meses de preparativos, gestiones y permisos quedarán pronto atrás como meros recuerdos de trámites necesarios aunque farragosos cuando naveguemos rumbo norte. Las próximas horas serán de tránsito entre aeropuertos, hoteles y maletas para agrupar a 8 personas de tres nacionalidades distintas pero con un mismo objetivo.